Ya sea en la esterilla, escuchando a tu cuerpo y respetando sus límites, o en tu vida diaria, integrando la no violencia hacia ti mismo y hacia los demás en tus acciones y pensamientos, este principio cultiva una actitud amorosa para minimizar el odio y la ira.
Lo tendré en cuenta la próxima vez que me tropiece con la esquina de un armario.
Este principio, como te habrás dado cuenta, exige una comunicación sincera, sin olvidar, por supuesto, el primer principio de no violencia. La sinceridad tiene sus límites y no hay que herir innecesariamente a nadie.
Así que si no te gusta el nuevo corte de pelo de tu vecino, ¡no tiene sentido que compartas tu opinión!
Este principio prohíbe robar y abusar de lo que es gratuito. Sencillo, ¿verdad? No te apropies de algo que no es para ti. Asteya también incluye no envidiar. Envidiar a los demás por lo que tienen o por lo que son no nos da más ni nos hace mejores.
Vale, devuelvo el bañador que le robé a mi hermana.
En otras palabras, dejar ir y evitar toda forma de adicción (alcohol, drogas, comida basura, redes sociales, etc.). Aléjate del consumo excesivo, despréndete de las cosas materiales no esenciales y acepta también que cada uno es libre de tomar sus propias decisiones.
Prometo no comprarme la nueva esterilla de yoga que vi ayer en Instagram, ¡de todas formas ya tengo 5!
A grandes rasgos, este principio nos invita a limitar el despilfarro de nuestra energía vital. Esto se aplica a nuestro ritmo de vida, nuestro trabajo, nuestra alimentación... La moderación es necesaria para mantener una mente sana en un cuerpo sano a largo plazo.
Entiendo, ¡aplicaré todos estos principios con moderación! 😉